Conseguir dominar el bankai no es imposible

Hoy me sentía decidida, tenía que conseguir dominar mi bankai y sabía que podría lograrlo. El bankai era una técnica muy difícil de entrenar, sí, lo sabía, pero... siempre daba más emoción saber que si lo conseguías dominar no mucha gente lo tenía. Sonreí con energía y me levanté de mi cama, hoy sería un buen día, eso estaba completamente claro. Cuando ya estuve preparada salí de mi casa en dirección al escuadrón "¿Que lugar podría ser bueno para entrenar? la sala de entrenamientos no, en ese lugar siempre hay alboroto y necesito concentración" pensaba mientras seguía con paso ligero al escuadrón "jo, no se me ocurre ningún buen sitio" suspiré suponiendo que tendría que buscar un sitio tranquilo cuando estuviera dentro del escuadrón, no porque no me gustase la compañía (cosa que me encantaba, pero a veces soportarme no era fácil) sino porque necesitaba estar en silencio para conseguir el bankai. En ese momento también me di cuenta de que era posible que yo estuviese callada un rato, y un rato bastante largo. Bueno, los milagros a veces también se pueden cumplir ¿no? y que yo me mantuviese callada por un largo periodo de tiempo era un auténtico milagro, solo había que preguntar a cualquier persona que me conozca y segurísimo que te dice que es imposible mantenerme callada ni 5 minutos. Solo el capitán conseguía callarme y eso solo si es algo serio.

Acabé llegando al escuadrón sin saber exactamente donde podría ir, aunque bueno, teniendo en cuenta que me había pasado casi todo el camino pensando en cosas aleatorias no era muy raro. Suspiré -Bueno, a buscar un lugar tranquilo se ha dicho- dije entre susurros para luego ponerme en marcha. Lo bueno era que por aquí no me podía perder, conocía este escuadrón como a palma de mi mano, bueno... no tanto, pero yo me entiendo, si no lo hacen los demás es que su capacidad de comprensión es baja. Mientras caminaba la gente me miraba y me saludaba con respeto, yo les devolvía el saludo. Ser teniente tenía sus ventajas, y creo que que la gente te respete y te conozca es una de ellas.

Al final acabé por llegar al jardín ¡Claro! este era un lugar perfecto para entrenar, era muy tranquilo al igual que bonito. Sí, lo tenía decidido, iba a entrenar el bankai en este lugar. Me senté en el suelo y me relajé. Luego agarré fuertemente mi zampakuto mientras me concentraba y me dejaba llevar hasta el interior de la susodicha espada. Ahí, como era de esperar estaba Ōkina kitsune esperándome -Así que por fin llegaste- me dijo con tono pícaro la pequeña zorrita -No sabía que te aburrías tanto como para esperarme- le respondí yo devolviendole la broma ¿que le podía hacer? ella y yo éramos muy parecidas en ese sentido, nos pasábamos el día bromeando y cuando nos juntábamos siempre acabácamos tomándonos el pelo mutuamente, era una manía de la que no me podía deshacer, porque eso sería muy aburrido. Okina empezó a moverse inquieta -Y bueno ¿a que has venido?- me preguntó aunque sabía perfectamente la razón por la cual estaba aquí -Pues he venido a desafiarte para conseguir dominar el bankai- le dije con decisión a mi pequeña amiga. Ella estalló en risas -¿Te crees que va a ser tan fácil? no señora. Te será muy difícil, pues para conseguir derrotarme tendrás que entrenar tus técnicas hasta conseguir una notoria mejoría y a demás tendrás que encontrar mi punto débil, y hasta que hagas todo lo que te he dicho no te consideraré digna de poseer el bankai- me dijo mientras materializaba mi espada delante mía. Yo la agarré con decisión -Está bien ¡Haré lo que dices y te derrotaré!- le dije a zorrita -Por cierto, cuanto más tardes en dominar el bankai más pesada se te irá haciendo la espada, así que yo que tu me daba prisa- me dijo con cara divertida, al parecer le parecía graciosa mi situación, aunque si me preguntáis a mi, gracia no me hacía ninguna. Suspiré -Está bien, lograré mejorar mis técnicas y controlar mi espada antes de que sea tarde- le respondí para luego ponerme en marcha -Venga, tengo que lograrlo- me dije a mi misma.

Lo primero que hice fue intentar buscar un buen lugar para entrenar y pensar cual podría ser su punto débil. No debía pararme mucho, pues cuanto más tardase más difícil se me haría. Aunque es cierto que era mejor trazar un plan y descansar un poco. Acaricié la hierba -¿Cómo podré conseguir aumentar mis habilidades? mierda, no sé por donde empezar- dije golpeando fuertemente el suelo con mi puño. Justo en ese momento pude escuchar una voz ”No te rindas, solo cree en ti, recuerda que le decías siempre a los shinigamis” me sorprendí al escuchar eso ¿quién lo había dicho? ¿había sido mi subconsciente? bueno, fuese quien fuese tenía razón ¡Era yo siempre la que decía que un shinigami no se rinde! Así que yo no me pensaba rendir. Me levanté del suelo y agarré mi espada -¡No importa si la espada pesa 100kg, la levantaré de nuevo!- dije con un grito que se debió escuchar por todo el lugar. Okina se rió al escucharlo -Al menos la niña tiene agallas, pero eso no le va a ser suficiente- dijo lo suficientemente alto para que lo oyese, pero decidí ignorar el comentario.

Me puse a entrenar, pero tal y como había dicho Okina, cada vez se hacía más y más difícil controlar la katana. Paré un momento jadeando -Esto está siendo difícil de lo que pensaba, pero no me rendiré- dije mientras me secaba el sudor de la frente con la manga y volvía de nuevo al entrenamiento, no me pensaba rendir, tenía que mejorar al máximo mis habilidades para así conseguir mi bankai y poder mirar triunfante a mi escuadrón. Volví a agarrar la zampakuto que había materializado la zorrita y seguí entrenando y mejorando mis habilidades. Los brazos me dolían y la katana ya había duplicado su peso, pero eso no me importaba, tenía que seguir, lo tenía que lograr. No sé cuanto tiempo estuve entrenando, pues había perdido el sentido del tiempo hacía ya tiempo, lo que sé es que después de mucho tiempo había mejorado lo bastante mis habilidades como para luchar contra Okina, sabía que le ganaría y luego ella me respetaría. Pero antes me senté un rato a descansar, la espada ya pesaba mucho y había gastado muchas energías.

Cuando ya hube recuperado las suficientes energías me dispuse a buscar con la mirada a Okina -¡Estoy lista para enfrentarme a ti! ¡Y te venceré, no me rendiré hasta que no pueda moverme!- grité sabiendo que me iba a escuchar. Tal y como había supuesto mi amiga parecíó delante mía -Está bien ¡Luchemos!- me respondió ella mientras se ponía en posición de pelea y yo hacía lo mismo. La lucha fue encarnizada, aunque había mejorado mis habilidades no eran muy superiores a las de Okina y con el peso extra de la espada me estaba resultando bastante difícil moverme, así que Okina siempre era la primera en golpear -Vaya, parece que aún no estás lista para tener mis respetos, pequeña shinigami- dijo para luego tirarme al suelo. Yo me levanté dolorida, aunque no me rendiría ¡No podía perder! eso sí que no. Me levanté rápidamente, tenía que buscar su punto débil, pero… ¿cual podría ser? mierda, no se me ocurría ninguno. Volví a atacarla repetidas veces, pero ahora para observar sus movimientos. Fue entonces que me fijé que siempre alejaba su cola de mi cuerpo ¡Ahí estaba! usé el Shumpo para ponerme detrás de ella y le agarré por la cola para luego estrellarla contra un árbol, bien parece que eso funcionaba. Dejé mi espada a un lado, pues me di cuenta de estaba más ligera sin ella y la ataqué repetidas veces hasta dejarla en el suelo. Había conseguido vencer -Lo has hecho bien, has sido lista, en vez de usar tu pesada espada decidiste usar mi punto débil para derrotarme, te felicito- dijo aún en el suelo.

Entonces volví al mundo exterior, no sabía cuanto tiempo había pasado en mi mundo interior, aunque esperaba que no mucho -Lo conseguí, no me lo puedo creer- dije ilusionada. Ahora solo me hacía falta ver si eso funcionaba Idaina kyūbiko dije recitando el código de activación del bankai. Entonces el aspecto de mi zampakuto cambió, se volvió más alargada y la envolvió un alo de energía azul ¡Lo había logrado!. Desactivé el bankai y me senté en el suelo a descarsar, había sido un día duro.

Bankai: