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Perpetual
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:: Hueco Mundo :: Mar de Plata
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Perpetual
Ni a media voz sería capaz de pronunciar las palabras adecuadas para alejar aquel inextinguible silencio, ceñido a cada rincón y piedra de aquel lugar maldito , todos parecen haber olvidado sus verdaderas causas, las pretensiones que en su momento cargaron no son más que polvo dentro del Hueco Mundo y en añoranza de nuestro hogar, vivimos en aquella tierra árida, reconocemos nuestro aquel cielo y pasamos nuestros ojos por cada constelación con familiaridad. Y en un intento inaudito por disipar aquellas horas en soledad, hemos forjado nuestra propia región en aquellas tierras extrañas, extendido nuestro dominio y alcanzado nuevas medallas de poder, qué patéticos...
Pasos azarosos se sucedieron sobre el suelo polvoriento en las angostas tierras del Hueco Mundo, más allá del dominio de Las Noches , y sajaron el silencio tomado desde sus entrañas en disposición a levantar nuevos rumores. Sí , pocos son aquellos habitantes que no reconocieran aquella figura oscura sobre la claridad del desierto, elegante permitió que su capa de tela se deslizara por un lado de su hombro hasta caer, un hombre joven, de cabello claro y ojos aún más, el Rey de toda aquella extensión. Es bajo su nombre que se cierne aquel mundo, cada mota de polvo, cada habitante le pertenecían. Y aquello era demostrado en sus pasos. Las bestias se alejaban apresuradas a su llegada, las pocas provistas de consciencia trataban de evadirlo, o en caso de no lograrlo, se inclinaban ligeramente a esperas de que el monarca pasara sin prestarles menor atención. No desperdició su mirada en uno sólo de aquellos seres de forma extraña, máscaras rotas y actitud defensiva. No existía nada importante o trascendente a ver en ellos.
Con un gesto instintivo, el aparente joven ajusta la gabardina oscura ceñida a su cuerpo , raída su base se elevaba en cada nuevo movimiento y alentada por el viento, levantaba ligeras hondas que se deshacían de los granos de arena llegados a impregnar en la vestimenta. Era una buena prenda, descuidada dadas las condiciones, pero dadas las penurias que ya había sufrido, eran un pequeño lujo que cargaba con conformidad. Adentrándose más en su físico, una complexión delgada y elegante eran los principales caracteres a apreciar, hombros anchos y una miraba incisiva resaltada en torno a unas facciones marcadas, así es el Rey del Hueco Mundo.
Al fíi, sus pies le llevaron al destino deseado. Un pequeño oasis alzado entre las dunas del desierto , parecía un elemento discordante con el resto del ambiente, demasiado tranquilo, "vivo". Ya entre la maleza, el joven Zero se inclinó en búsqueda del objeto de su llegada, una pequeña insignia enterrada bajo las raíces de una palmera. El símbolo de complejos entramados era representante del término "Akyo", una palabra procedente del Japonés antiguo que en controversia al momento de pronunciarlo, puede significar "Poniente" o "Naciente". Era un objeto sucio y oxidado por el tiempo, pero el Rey lo aferró con la misma delicadeza que aplicaría a una dama y se alzó, sobresaliendo entre la maleza como poco más que una sombra difusa.
Pasos azarosos se sucedieron sobre el suelo polvoriento en las angostas tierras del Hueco Mundo, más allá del dominio de Las Noches , y sajaron el silencio tomado desde sus entrañas en disposición a levantar nuevos rumores. Sí , pocos son aquellos habitantes que no reconocieran aquella figura oscura sobre la claridad del desierto, elegante permitió que su capa de tela se deslizara por un lado de su hombro hasta caer, un hombre joven, de cabello claro y ojos aún más, el Rey de toda aquella extensión. Es bajo su nombre que se cierne aquel mundo, cada mota de polvo, cada habitante le pertenecían. Y aquello era demostrado en sus pasos. Las bestias se alejaban apresuradas a su llegada, las pocas provistas de consciencia trataban de evadirlo, o en caso de no lograrlo, se inclinaban ligeramente a esperas de que el monarca pasara sin prestarles menor atención. No desperdició su mirada en uno sólo de aquellos seres de forma extraña, máscaras rotas y actitud defensiva. No existía nada importante o trascendente a ver en ellos.
Con un gesto instintivo, el aparente joven ajusta la gabardina oscura ceñida a su cuerpo , raída su base se elevaba en cada nuevo movimiento y alentada por el viento, levantaba ligeras hondas que se deshacían de los granos de arena llegados a impregnar en la vestimenta. Era una buena prenda, descuidada dadas las condiciones, pero dadas las penurias que ya había sufrido, eran un pequeño lujo que cargaba con conformidad. Adentrándose más en su físico, una complexión delgada y elegante eran los principales caracteres a apreciar, hombros anchos y una miraba incisiva resaltada en torno a unas facciones marcadas, así es el Rey del Hueco Mundo.
Al fíi, sus pies le llevaron al destino deseado. Un pequeño oasis alzado entre las dunas del desierto , parecía un elemento discordante con el resto del ambiente, demasiado tranquilo, "vivo". Ya entre la maleza, el joven Zero se inclinó en búsqueda del objeto de su llegada, una pequeña insignia enterrada bajo las raíces de una palmera. El símbolo de complejos entramados era representante del término "Akyo", una palabra procedente del Japonés antiguo que en controversia al momento de pronunciarlo, puede significar "Poniente" o "Naciente". Era un objeto sucio y oxidado por el tiempo, pero el Rey lo aferró con la misma delicadeza que aplicaría a una dama y se alzó, sobresaliendo entre la maleza como poco más que una sombra difusa.
Lord Zero- Arrancar
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Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 12/08/2014
Localización : Donde las estrellas se extinguen
Re: Perpetual
Y el silencio de toda la zona se extinguió de un plumazo con el sonido más vivo y colorido del mundo, la risa, fuerte, clara, y a la vez melodiosa, llena de alegría, burla y de un dolor tan extraño que solo el oído mas avispado, o el corazón mas dolorido, podría entenderla, aun así, en aquel extraño, lúgubre y funesto paraje, alguien se reía. La fuente de la risa miraba el cielo, con un mezcla de alegría, nostalgia y dolor en unos ojos rojos tan grandes y marcados que parecían los de un gato que maullaba triste a la luna, pero ni si quiera la palabra tristeza podría definirla en aquel momento.
Ella había viajado del futuro hacía ya 500 solitarios años y había soñado, rezado y ansiado con que su vuelta o una pista de algo , se encontrara en aquel lugar, que Hueco Mundo no hubiera cambiado, pero había sido una estupidez. Aquella estupidez había originado su risa, darse cuenta de que o reía o lloraba, y considerarse lo suficientemente fuerte para reírse de si misma, sin duda aquella había sido la decisión adecuada. Se levanto del suelo y la marea de cabellos negros se extendió como la noche por sus hombros, mientras dejaba de ver la luna y se levantaba, sacudiendo sus ropas negras , el haori de capitana comandante descansaba blanco, impoluto, lejos de ella, como algo tan distante como la posibilidad de volver algún día, aquella , para bien o para mal, ya era su casa. Tomo la prenda blanca y suspiro, mirándose para negar , si alguien la viera en aquel momento, alguno de sus hombres, sin duda pensaría que mas que nunca le hacía justicia a aquel apodo que nunca debió de olvidar, después de todo, su sonrisa seguía siendo la mas triste de todas.
Entonces, sin que lo planeara, sus ojos escarlata chocaron con otros de un color semejante, y por un instante se tenso, como un pequeño animal que se eriza ante la presencia de alguien que puede morderle, o en su caso, de alguien que quizás había visto demasiado, pero al final, Minami opto por la decisión que alguien con un par de dedos de frente nunca hubiera tomado. Le había dado la espalda, eso lo primero que había hecho mal, había tomado su capa blanca , la había puesto en el suelo y como si nada, se había tumbado encima de ella,mirando el cielo de aquel lugar como si no tuviera un invitado a unos metros de distancia con el aura mas inquietante y misterioso de su vida, pero bueno… como siempre, no aguanto demasiado callada.
-No sabía que incluso en un lugar como este había gente espiando y curioseando por los alrededores, ¿o a sido mi estridente risa la que lo ha traído? , de ser asi lo lamento, digamos que… era el momento de reírse.- Y como si fuera lo mas cuerdo,oportuno y mejor para el momento,rio levemente de nuevo, incorporándose, era mala manía suya, pero fuera aliado, enemigo o simplemente nada, no iba a conseguir intranquilizarla a no ser que le atacara, quizás la dama de cabellos negros era demasiado temeraria o quizás le faltaba cerebro… aun que también podía saber demasiado y simplemente preferir estar asi de aquella manera. Se sentó , dejando de mirar el hombre y volviendo la vista al cielo para decir las palabras que su padre siempre había odiado que ella pronunciara.- Hueco Mundo es precioso…¿no cree?, tiene una belleza oscura que me encanta…- o quizás era porque todo el desastre de su vida, había comenzando allí.
Ella había viajado del futuro hacía ya 500 solitarios años y había soñado, rezado y ansiado con que su vuelta o una pista de algo , se encontrara en aquel lugar, que Hueco Mundo no hubiera cambiado, pero había sido una estupidez. Aquella estupidez había originado su risa, darse cuenta de que o reía o lloraba, y considerarse lo suficientemente fuerte para reírse de si misma, sin duda aquella había sido la decisión adecuada. Se levanto del suelo y la marea de cabellos negros se extendió como la noche por sus hombros, mientras dejaba de ver la luna y se levantaba, sacudiendo sus ropas negras , el haori de capitana comandante descansaba blanco, impoluto, lejos de ella, como algo tan distante como la posibilidad de volver algún día, aquella , para bien o para mal, ya era su casa. Tomo la prenda blanca y suspiro, mirándose para negar , si alguien la viera en aquel momento, alguno de sus hombres, sin duda pensaría que mas que nunca le hacía justicia a aquel apodo que nunca debió de olvidar, después de todo, su sonrisa seguía siendo la mas triste de todas.
Entonces, sin que lo planeara, sus ojos escarlata chocaron con otros de un color semejante, y por un instante se tenso, como un pequeño animal que se eriza ante la presencia de alguien que puede morderle, o en su caso, de alguien que quizás había visto demasiado, pero al final, Minami opto por la decisión que alguien con un par de dedos de frente nunca hubiera tomado. Le había dado la espalda, eso lo primero que había hecho mal, había tomado su capa blanca , la había puesto en el suelo y como si nada, se había tumbado encima de ella,mirando el cielo de aquel lugar como si no tuviera un invitado a unos metros de distancia con el aura mas inquietante y misterioso de su vida, pero bueno… como siempre, no aguanto demasiado callada.
-No sabía que incluso en un lugar como este había gente espiando y curioseando por los alrededores, ¿o a sido mi estridente risa la que lo ha traído? , de ser asi lo lamento, digamos que… era el momento de reírse.- Y como si fuera lo mas cuerdo,oportuno y mejor para el momento,rio levemente de nuevo, incorporándose, era mala manía suya, pero fuera aliado, enemigo o simplemente nada, no iba a conseguir intranquilizarla a no ser que le atacara, quizás la dama de cabellos negros era demasiado temeraria o quizás le faltaba cerebro… aun que también podía saber demasiado y simplemente preferir estar asi de aquella manera. Se sentó , dejando de mirar el hombre y volviendo la vista al cielo para decir las palabras que su padre siempre había odiado que ella pronunciara.- Hueco Mundo es precioso…¿no cree?, tiene una belleza oscura que me encanta…- o quizás era porque todo el desastre de su vida, había comenzando allí.
Minami Hanazono- Shinigami
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Fecha de inscripción : 03/09/2014
Localización : En cualquier parte, en ningun lado,sola, acompañada...no, creo que sola
Re: Perpetual
Lentos se acontecieron los tramos de una risa femenina, una mujer de baja estatura y facciones hermosas, recostada sobre la vegetación esperando encontrar en su pose algo de familiaridad. Si bien aquel sonido manaba sincero, la sonrisa lástima no alcanzaba a corresponderla, he incluso con las primeras palabras dirigidas hacia el ser hueco, no recibió más respuesta que un silencio cauto, correspondiente a su persona.
Pero frente a su segunda pregunta, ahí al fín, el joven movió sus labios en disposición a componer una respuesta seca, dura y rota como el cristal. - Si dispusiera a mis pies de quienes compusieron este cielo, no vivirían lo suficiente para sufrirlo - Y como peso final a sus propias palabras, aparta sus ojos de aquella cúpula estrellada con una resignación propia de los milenios en espera. Restalla el sonido de sus pasos al rodear a la mujer sin amenaza, cauto pero sin prisas, su avance es lento he irregular, evadiendo sinuoso las plantas cernidas sobre el medio. - Usted no debería estar aquí. Este no es lugar para los cuerdos - Remarca sin perder un ápice de la aspereza en su voz. - Menos para los de su sangre - Las últimas palabras son destacadas por una tonalidad más difusa, poco más que un susurro emanado desde su garganta, el joven disipó el peso de su voz con un gesto de manos sencillo. Un simple ajuste de su katana a la cintura. - Y dado que ahora está aquí, me pertenece. - Y como acción disuasoria, el joven llega a detenerse cerca de las orillas del lago, el "Mar de Plata".
Permite que el viento alborote su pelo lacio mientras destina la insignia recientemente recogida a uno de los bolsillos más cercanos. Finalmente vuelve a observar a la mujer, sólo un verdadero inepto no se percataría de que aquella mujer no era una Hueca, sino todo lo contrario... aquella que destina su filo contra ellos. ¿Y que mayor deseo puede traer que un final? - Su nombre, mujer. - Dice con sencillez, un reclamo, o tal vez una petición cortés era el fín de esas tres sencillas palabras. Su mirada se deslizó sobre la dama para encontrar su filo y reconocer en desagrado los entramados implícitos en él.
Ligeros rugidos podían escucharse sobre el fondo del desierto, amenazaban a aproximarse a aquella tierra, alentados por el aura que destacaba ante todo, "alimento". Pero también existía la frustración en aquellas voces, pues igual que era detectada la "presa", también su rey. Ningún ser extraño osaría a alterar su presencia, nada...
Pero frente a su segunda pregunta, ahí al fín, el joven movió sus labios en disposición a componer una respuesta seca, dura y rota como el cristal. - Si dispusiera a mis pies de quienes compusieron este cielo, no vivirían lo suficiente para sufrirlo - Y como peso final a sus propias palabras, aparta sus ojos de aquella cúpula estrellada con una resignación propia de los milenios en espera. Restalla el sonido de sus pasos al rodear a la mujer sin amenaza, cauto pero sin prisas, su avance es lento he irregular, evadiendo sinuoso las plantas cernidas sobre el medio. - Usted no debería estar aquí. Este no es lugar para los cuerdos - Remarca sin perder un ápice de la aspereza en su voz. - Menos para los de su sangre - Las últimas palabras son destacadas por una tonalidad más difusa, poco más que un susurro emanado desde su garganta, el joven disipó el peso de su voz con un gesto de manos sencillo. Un simple ajuste de su katana a la cintura. - Y dado que ahora está aquí, me pertenece. - Y como acción disuasoria, el joven llega a detenerse cerca de las orillas del lago, el "Mar de Plata".
Permite que el viento alborote su pelo lacio mientras destina la insignia recientemente recogida a uno de los bolsillos más cercanos. Finalmente vuelve a observar a la mujer, sólo un verdadero inepto no se percataría de que aquella mujer no era una Hueca, sino todo lo contrario... aquella que destina su filo contra ellos. ¿Y que mayor deseo puede traer que un final? - Su nombre, mujer. - Dice con sencillez, un reclamo, o tal vez una petición cortés era el fín de esas tres sencillas palabras. Su mirada se deslizó sobre la dama para encontrar su filo y reconocer en desagrado los entramados implícitos en él.
Ligeros rugidos podían escucharse sobre el fondo del desierto, amenazaban a aproximarse a aquella tierra, alentados por el aura que destacaba ante todo, "alimento". Pero también existía la frustración en aquellas voces, pues igual que era detectada la "presa", también su rey. Ningún ser extraño osaría a alterar su presencia, nada...
Lord Zero- Arrancar
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Localización : Donde las estrellas se extinguen
Re: Perpetual
Si algo le habían reprochado siempre cuando no era más que una cría destinada a un gran puesto, era la forma en la que se tomaba cada situación de la vida que se le planteaba. Su tio, su padre o cualquiera de la familia Hanazono hubiera alzado el arma en el primer momento en que aquel ser se había puesto delante, ¿ser?, no…la palabra era demasiado pequeña para alguien como él. Lo había notado y la energía en su cuerpo se había congelado por un instante, después, había circulado con intensidad.
-Sería una lástima que hiciera eso, si pudiera tenerlo delante le preguntaría muchas cosas, una de ellas sería, sin duda, que se le andaba pasando por la cabeza para hacerlo asi…he conocido tantos cielos, sin embargo, este es el que más misterios me esconde. – A diferencia de él , no aparto la mirada de aquel lugar, sus ojos felinos seguían fijos y tranquilos, aun que notaba al hombre moverse cerca de ella, ni si quiera lo miro de reojo, aun que una leve sonrisa hizo que sus labios se curvaran. Se acomodo mejor, dejando la falda de tablas de suave color negro mejor puesta, esperando escuchar de nuevo la voz del misterioso ente que andaba a su alrededor.- Usted no debería de estar aquí,si de verdad opina a estas alturas que estoy cuerda y mi sangre es de calidad, quizás algo dulce, pero no lo veo tan malo.- Lo que no se espero fue lo otro, porque le sonó demasiado sorpresivo o quizás demasiado tentador, casi como de manera automática rio levemente, negando con un suave movimiento y haciendo que sus cabellos negros se moviera.- Primera noticia que tengo de esa súbita propiedad, mi amo – dijo con una sonrisa burlona, mirándole con calma, analizándole , centrándose en él en vez de al resto.
En un gesto que hubiera hecho a cualquiera llamarla loca se levanto, se quito su arma de la cintura y la dejo en el suelo, encima del haori blanco para que no volara, como si no la fuera a necesitar. Sus pasos sonaron ligeros y suaves antes de llevarla al lado de aquel hombre, mirándole de reojo, a una distancia escasa pero prudente, para escuchar su petición y alzar una ceja- Un nombre es una serie de palabras vacías que se supone que deben representarnos, ¿no cree? ¿Cómo cree que le define a usted?– Y esa era su manera sutil de decirle que si quería su nombre, podía ir soltando él primero el suyo, que no iba a ser el único misterioso y distante, que ella también conocía aquel juego.
Minami los escuchaba, y le parecía realmente increíble, ella tenía demasiado reiatsu, alguna vez había escuchado a sus hombres quejarse cuando se enfadaba y algo de este escapaba, oprimidos, adoloridos por aquello , pero al llegar a aquel lugar casi lo había oprimido por completo, pero aun así ellos la olían, por decir algo, a kilómetros . El caso era que sabía que la razón por la que no se acercaban no era por el poder de ella, si no por la presencia de él…
Minami Hanazono- Shinigami
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Re: Perpetual
Sus pasos sonaban huecos, como si faltase algo que los rellenara, sonidos sordos que acompañaban a la caída de los árboles, la instrucción de cualquiera de nosotros era suficiente para saber que se desplazaba en sigilo, casi involuntario...por supuesto, cómo esperar otra cosa... estábamos en un mundo hundido por nosotros mismos, enterrados en cenizas donde antes hubieron grandes llamas y la metáfora parecía completarse junto al lugar donde estaba, un oasis atrapado en el desierto infinito.
Sí, en efecto, ya no había llamas que quemasen su piel y sin embargo allí estaba, expectante, esperando aquel calor que antaño le parecía tan normal... había olvidado siquiera por qué caminaba, por qué buscaba con tal afán el fuego que le cobijaba, el último ascua de su mente. - Y el que más desgracias arrastra. - Resopla con naturalidad, moviendo sus gráciles dedos para desabrochar unos pocos botones de su gabardina. - Poco puede interesar la calidad de la sangre a nosotros, los Huecos. Sólo tenemos hambre - Ningún tramo de su voz pareció alterada al observar la dama acercarse, pero su figura parecía difusa, como si en cualquier momento pudiera deshacerse. Un espejismo del desierto, burdo y cruel.
Con consternación fingida, el aparente joven dirige su rostro a la mujer y exhala un puñado de palabras con soltura. - Desde el mismo momento que ha pisado esta tierra, ha pasado a ser mía. Así es este mundo, así son las leyes - Simplemente se hallaba en aquel lugar, recogiendo los retazos de su origen como un anciano viajero y observando sin pasión un mundo que ya conocía demasiado bien. El joven y a pesar de serlo ya no se sentía como uno, desde hacía tiempo, como los viejos, se quedaba mirando los confines de su mundo, las dunas y parajes extraños... contemplando como las mecía el tiempo y no podía evitar sonreír... que estampa, que estúpido...y sin embargo ahí seguía, sonriendo. - Y dado que es así, merece conocer el nombre de su dueño. Me llaman Zero -
Parecía querer darle más profundidad de lo que tenía, era un errante, bastaba con eso, los fragmentos de su historia ya se irían completando por el camino, ¿sería suficiente...?
Sí, en efecto, ya no había llamas que quemasen su piel y sin embargo allí estaba, expectante, esperando aquel calor que antaño le parecía tan normal... había olvidado siquiera por qué caminaba, por qué buscaba con tal afán el fuego que le cobijaba, el último ascua de su mente. - Y el que más desgracias arrastra. - Resopla con naturalidad, moviendo sus gráciles dedos para desabrochar unos pocos botones de su gabardina. - Poco puede interesar la calidad de la sangre a nosotros, los Huecos. Sólo tenemos hambre - Ningún tramo de su voz pareció alterada al observar la dama acercarse, pero su figura parecía difusa, como si en cualquier momento pudiera deshacerse. Un espejismo del desierto, burdo y cruel.
Con consternación fingida, el aparente joven dirige su rostro a la mujer y exhala un puñado de palabras con soltura. - Desde el mismo momento que ha pisado esta tierra, ha pasado a ser mía. Así es este mundo, así son las leyes - Simplemente se hallaba en aquel lugar, recogiendo los retazos de su origen como un anciano viajero y observando sin pasión un mundo que ya conocía demasiado bien. El joven y a pesar de serlo ya no se sentía como uno, desde hacía tiempo, como los viejos, se quedaba mirando los confines de su mundo, las dunas y parajes extraños... contemplando como las mecía el tiempo y no podía evitar sonreír... que estampa, que estúpido...y sin embargo ahí seguía, sonriendo. - Y dado que es así, merece conocer el nombre de su dueño. Me llaman Zero -
Parecía querer darle más profundidad de lo que tenía, era un errante, bastaba con eso, los fragmentos de su historia ya se irían completando por el camino, ¿sería suficiente...?
Lord Zero- Arrancar
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Re: Perpetual
Ella no era de pasos grandes, fuertes y llameantes, no era de gritar con ellos aquí estoy, era de andar con calma, observando todo lo que estaba a su alrededor, analizándolo, atesorándolo, para entonces, al dar el último decirlo, gritarle incluso al mundo que allí estaba y le daba igual el resto, pero le era imposible llenar sus pasos, hacerlos seguros, fuertes…porque ella en el fondo no era ni segura, ni fuerte. Quizás había sido siempre esa debilidad interna que la había marcado lo que había alejado todo en su camino, o quizás ella era misma, pero aquella vez prometía ser diferente, quizás por irónicamente, aquella vez no tenia miedo.
-A mi me agrada…por muy oscuro y destrozado que parezca, por mucha soledad y dolor que trasmita ahí sigue…sin importarla nada o nadie…- ¿Hablaba del cielo o del ser a su lado?, siempre hablaba de manera demasiado ambigua como para notar la diferencia, o quizás lo hacía a propósito para saber algo más acerca de su misterioso acompañante, aun que dudaba que fuera todo asi de fácil y simple.- ¿Entonces debo preocuparme por que quiera morderme?, vaya, las cosas que nos hace hacer el hambre… - Ella una vez había sentido una desesperación similar, un hambre que no le dejaba dormir, ni respirar, ni pensar, pero era de sobra consciente de que era un hambre bastante diferente, aun que el de ninguno de los dos recaía en el estomago.
-Vaya, es la primera vez que tengo propietario, disculpe si mi inexperiencia en estos temas lo ha ofendido, mi amo, sabe que soy despistada.- Entonces con la calma propia de alguien que no se encuentra en una situación asi, hizo una reverencia que podría haber dejado en ridículo a cualquiera de la realeza, quizás porque alguna vez, en un mundo que ya no existía o que ni si quiera recordaba, ella había tenido una sangre tan noble corriendo por sus venas que su apellido causaba un terror que francamente, la repugnaba.Tras escuchar su nombre sonríe, sonríe realmente complacida de saberlo, sin tristeza por un instante, quizás porque siente que ha ganado una pequeña batalla, o quizás porque realmente le fascinaba saber que podía pasar a partir de ahora.- Mi nombre, amo, es Minami Hanazono, en el mundo donde los odian y los exterminan, me llaman capitana comandante… pero para su calma y tranquilidad, le pertenezco y estoy desarmada…
Se incorporo y de nuevo busco aquellos ojos rojos con los suyos propios, curiosos, expectantes, ¿la mataría? , sería irónico pero selo había ganado, quizás estaba colocando la mano demasiado cerca del fuego, pero ella era consciente de que quien no arriesgaba, no ganaba.
Minami Hanazono- Shinigami
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Re: Perpetual
El joven se deshizo se sus harapos demasiado lujosos para aquel lugar donde la tiniebla de las bestias dominaba en entredicho aquel paraje semi-oscurecido por la perpetua sombra que ofrecían los árboles, dando cobijo a bestias y viajeros, a extraños reyes y a mensajeros de la muerte. Resopla mientras cada imagen se grababa con sangre en su cabeza, sus ojos recorrieron todo el paraje junto a la mujer, a diferencia de ella, un pútrido cuchillo de madera hecho a escondidas junto a otros instrumentales de menor calidad de la normal acompañaban como armamento de primera defensa contra desconocidos, un seguro tosco hecho con su propia mano, parecía principar el papel de recurso tranquilizador.
Levantó la mirada con pesadez sin vislumbrar todavía palabra, observó el tono desaforado y de tonalidad tenor proveniente de la garganta de la mujer que se hallaba a escasa distancia , observó y apreció sus intentos por ocultar su mirada y por supuesto como no, de intentar no llamar la atención, sus ojos recorrieron su figura memorizando los gestos con un alce de cejas. - Una Comandante, qué inusual - Como un intento vano de encontrar la persona tras la falsa sonrisa, saca un cuchillo de madera entre los pliegues de su vestimenta, agitándolo frente al aire para los ojos de la aludida. - ¿Qué razones puede tener para afrentar mi tierra? - Chasquea con voz lenta y suave, impertérrita al tiempo. - Nuestro cielo es un razón hermosa, pero bastante ineficiente. Nada aquí merece la pena para vosotros, salvo cazarnos - Y amargo señala el maldecido velo, no pocas veces había deseado rasgarlo con su propia mano.
Bufó cortando el aire tenso entre ambos, su cuerpo erguido tomó una postura indagante disipando las sombras abalanzadas sobre sí. El cuchillo de madera casi no levanta sonido al caer sobre las orillas de plata - Permanezca en este oasis, y podrá apreciarlo el tiempo que desee, pero no más allá. Eres demasiado tentativa... El hambre devora y las bestias gruñen - Y acalla sin completar la frase. Por supuesto que existía un "pero" en todo aquello, siempre lo había, pero eso eran cosas que nunca se dicen...
Levantó la mirada con pesadez sin vislumbrar todavía palabra, observó el tono desaforado y de tonalidad tenor proveniente de la garganta de la mujer que se hallaba a escasa distancia , observó y apreció sus intentos por ocultar su mirada y por supuesto como no, de intentar no llamar la atención, sus ojos recorrieron su figura memorizando los gestos con un alce de cejas. - Una Comandante, qué inusual - Como un intento vano de encontrar la persona tras la falsa sonrisa, saca un cuchillo de madera entre los pliegues de su vestimenta, agitándolo frente al aire para los ojos de la aludida. - ¿Qué razones puede tener para afrentar mi tierra? - Chasquea con voz lenta y suave, impertérrita al tiempo. - Nuestro cielo es un razón hermosa, pero bastante ineficiente. Nada aquí merece la pena para vosotros, salvo cazarnos - Y amargo señala el maldecido velo, no pocas veces había deseado rasgarlo con su propia mano.
Bufó cortando el aire tenso entre ambos, su cuerpo erguido tomó una postura indagante disipando las sombras abalanzadas sobre sí. El cuchillo de madera casi no levanta sonido al caer sobre las orillas de plata - Permanezca en este oasis, y podrá apreciarlo el tiempo que desee, pero no más allá. Eres demasiado tentativa... El hambre devora y las bestias gruñen - Y acalla sin completar la frase. Por supuesto que existía un "pero" en todo aquello, siempre lo había, pero eso eran cosas que nunca se dicen...
Lord Zero- Arrancar
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Re: Perpetual
“¿Por qué sigues con este juego?, nos hace daño…duele y lo sabes bien…¿por qué sigues con el juego cuando sabes que acabara contigo?, dime querida…¿por qué?”.-Llevaba horas escuchando a Shinkei en su cabeza, incluso cuando la había dejado en la arena aun escuchaba su voz, sus quejas, aquel grito dolido y sordo que buscaba la respuesta que ni ella conocía, ¿por qué?. Algo se rompía dentro de ella con el paso del tiempo y lo que alguna vez latió en su pecho se convirtió en una maquina solitaria y sin sentido, un latido no era la suficiente muestra de que aun vivía, nunca alguien que debía de estar tan lleno, se sintió tan vacio, pero era algo que siempre había arrastrado, que cargaba bajo sus hombros, el odio y la soledad de su cargo iba en ella, con ella y con el nombre de comandante.
-Una Minami, mas que una comandante si no le importa…- Mantenía la mirada en él, ni si quiera estaba alterada por sus acciones, por sus actos, pese a que Shinkei gritaba en su cabeza que la tomara y juntas destrozaran la carne del Arrancar, en su interior, en su cabeza y en su alma, sabía por qué Shinkei, la representante de todo lo malo, temía a alguien como Zero, porque si… sin duda tenía miedo de algo, temía algún cambio irreparable. Una brisa de aire entro fuerte desde el desierto, el aire movió las hojas, la arena, e hizo que ella extendiera sus brazos levemente, disfrutando de aquella brisa, cerrando un instante, dejando que jugara con sus cabellos, con sus ropas.- El aire del desierto son los lamentos y el llanto que esconde… humm digamos que…¿la curiosidad?-dijo con una sonrisa felina, como si de verdad fuera aquel motivo tan simple la razón.- No quiero cazaros, si os cazo demasiados el equilibrio se destruirá, solo me interesa coexistir, un par de batallas como siempre y listo, cada uno por su señal – se encogió de hombros como quien menciona el tiempo y alzo la vista al cielo de nuevo-
-No hay bestias lo suficientemente fuertes como para hincarme el diente, a diferencia de usted amo claro, le dejaría morderme tanto como quisiera…- Sarcasmo, una mezcla extraña entre una sensación de picazón interna y de …¿Satisfacción?, era una mezcla entre preocupación y apreció hacia ella, ¿o se lo estaba inventando?.- Aun que si lo que le preocupa es que me pueda pasar algo, muy agradecía mi amo, prometo mantenerme intacta y sin heridas para usted – rio levemente, negando con un gesto suave, algunas veces se sorprendía a si misma, otras simplemente deseaba ser algo que no era…ser libre.
Minami Hanazono- Shinigami
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Dom Mayo 03, 2015 12:30 pm por Megumi
» Registro de Físicos
Dom Mayo 03, 2015 12:20 pm por Megumi
» Bleach Legacy | Afiliación Elite
Miér Abr 22, 2015 7:33 pm por Invitado
» Amazing Break - TERRA FORMARS [Afiliación Élite]
Sáb Abr 04, 2015 10:55 pm por Invitado
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Mar Feb 10, 2015 9:08 pm por Megumi
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